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La especie de roedores, en vía de extinción, fue alejada de su hábitat por construcción residencial.
En un lote de 15 mil metros cuadrados, propiedad de una constructora, se encuentran arrinconados, según estimaciones de la Secretaría de Ambiente, alrededor de 100 ejemplares de una especie de cuy representativo de la sabana de Bogotá, y cuyo hábitat natural son los humedales.
De acuerdo con un equipo de biólogos de la Universidad El Bosque, encabezado por Fernando Dueñas, la razón por la que estos roedores, en vía de extinción, terminaron en ese terreno (ubicado casi sobre la avenida Suba) es el acelerado ritmo de construcciones en la zona que rodea al Humedal de Córdoba. Los expertos sostienen que este hábitat fue fragmentado, lo cual relegó a los cuyes o curíes a un lugar muy pequeño, que no les ofrece condiciones óptimas para su supervivencia.A esta amenaza se suman la de perros salvajes que se encuentran en el sector, y que ven en ellos una fuente de alimento, y la de algunos habitantes de la zona, que los matan pensando que se trata de una plaga.Sin embargo, la realidad es otra. Dueñas, biólogo docente del Bosque, universidad que se interesó por el caso y busca alternativas de reubicación para estos animales, asegura que esta especie es dócil y no representa riesgo de ningún tipo para los humanos o animales domésticos.“Estos roedores -sostiene- son herbívoros y son muy buscados para ser tenidos como mascotas, pues no son agresivos”. Según Dueñas, los cuyes son, incluso, “muy nerviosos, por lo que no resisten ser sometidos a situaciones en las que se sientan amenazados”.Los vecinos del sector son quienes más preocupados están por la situación. Mauricio Castaño, coordinador del Comité Ambiental de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio Niza Sur, afirma que ya se envió un derecho de petición hace 2 ó 3 años a la Secretaría de Ambiente, pidiendo la reubicación de los cuyes, “pero hasta el momento no ha habido respuesta”, dijo.Castaño asegura, además, que los curíes quedaron aislados cuando un conjunto residencial fue construido y los separó de su ecosistema. Afirma que al principio “los vigilantes del terreno cazaban los cuyes para comérselos”.Néstor Escobar, profesional de monitoreo del humedal, a cargo de la Fundación Natura, dice que la mayor preocupación en este momento es que “la constructora no tenga un plan para proteger a los animales” y hace énfasis en que “el trabajo en conjunto con los habitantes del sector ha sido arduo para encontrar una solución al problema”.Por su parte, Byron Calvachi, subdirector de Ecosistemas y Ruralidad de la Secretaría, señala que lo ideal sería llevar a cabo una acción de rescate y traslado, de la cual no hay precedentes recientes en la ciudad.Calvachi afirma, no obstante, que si bien hay que cumplir con trámites administrativos para esa tarea, “es necesario analizar los pros y los contras, pues con ella se puede afectar a esta especie relictual (de la que quedan pocos ejemplares), al reubicarla en un lugar que, en este caso, sería el Humedal de Córdoba, dado que en él hay otras amenazas para los roedores, como los perros salvajes”.NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ